¿algo que objetar?

Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.

"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"

sábado, 29 de octubre de 2011

Lo que no queda

Y lo que no queda,
Que es el intangible poso:
Las palabras que dijimos,
Sólo aquellas con trasfondo;
Los silbidos al aire
estancan al momento;
Un chispazo de desalojo
Para mudar en los cuerpos.
Un cándido recuerdo
Que nos invade al sueño;
La afilada arma esperanza,
mano en el hombro, el
“tranquilo, no pasa nada”;
tirar los muros de las entrañas,
Caladas de soledades al alza.
Nosotros dos, y dos no más
Rellenaremos esta brecha,
Para hacerla arada,
Y dejar eso,
solo cuerpos,

y todo lo que no queda.

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