No, no fue palabra alguna
Ni un algoritmo, ni un cura,
No fue el lecho de castillo
De lógica andamiada
Que me sigue como hatillo.
No fue un sacro evangelio
Con mis disculpas a los discípulos,
No fue lo que se piensa
Ni se escribe por encomienda.
Fue mi suspiro en plena noche
Que me despertó del parnaso
Y me dijo: tú, tú sigues vivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario