Si la palabra estriba y pierde su fondo
Tras unas formas en pos del gozo,
Entonces, me quitaría la lengua
Y todo su melancólico despojo.
¡qué triste es no decir nada
cuando antes era decir todo!
Si ahuecan las silabas
Y se erosionan sus cimientos
Por termitas de la vida
Que devoran a sus nietos:
Todas sus familias,
Todos sus secretos,
Carcomidos sin halos
De existencia de peso.
Entonces haré mía
Toda su norma y su cuerpo,
Para hacer campos de cultivo
Dorados al sol y mecidos
Del viento de los hombres
Que llevo bien adentro.
¿algo que objetar?
Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.
"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"
Cero y van tres intentos por comentar.
ResponderEliminarTe decía que concuerdo con el poema, necesitamos poner cuidado en no eliminar el alma de las palabras al utilizarlas.
Saludos Ferk