No sé amar, no te sorpendas:
del fallo, del bache de mi miedo
no paso, no puedo yo sólo.
Son piedras cristalinas los segundos
de ilusión en que creo que tú
y yo habitaremos nuestro consuelo.
Pero no sé amar, no te sorprendas:
temo embarcarme sin marineros,
sin capitan sabio con sombrero,
al fin y al cabo, tu mano y la mia
haciendo por la vida de señuelo.
Pero no se amar, no tengas celos,
que te doy un rubí en bruto
para pulirlo a tu deseo,
mas la forma está en su seno,
no lo fuerces sin tus dedos:
no uses herramientas ajenas
que nocomformen nuestros cuerpos.
¿algo que objetar?
Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.
"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"
ohhh mi gato!!!!!!!!!!!
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