Marchamos a tientas con pasos idos,
Con dedos de fría escarcha y austeros
Esperando siempre al siempre certero,
Mientras algo llora como un niño.
Me amedrenta los afilados siglos
De titubeo melódico de eros,
La espada de Damocles en el cielo,
Y nuestra mirada la fe del hilo.
Saldrá un alba a tibiarnos los labios,
Besaremos sonrojadas mejillas,
Esperanza blanca, clavel de alegría.
Nos rozaremos para tiznar el miedo,
Hacer que muera un poco de celos
Y sea manso y vea que está enfermo
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