¿algo que objetar?

Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.

"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"

lunes, 14 de noviembre de 2011

Aquí, en estas líneas,

Herencia mayor que el oro,

Mi voz se acompasa en do menor,

Y me sale una lágrima de orgullo

Y un tembleque de ganas.

Aquí, la palabra es libre,

Es pesebre de nuestro rezo,

De mi, nada sale que no sea de mi,

Aquí no hay segundas intenciones

Ni miradas ocultas ni cavilaciones,

No hay dinero que lo corrompa

Ni grandes multinacionales

Ni muerte en nuestra ropa,

En medio de mí y de ti

el pronombre hecho carne,

De lo que se funde lento a forja.

Arte sea la palabra y no su fosa,

Arte de vida nueva y desarme,

Arte libre, Lucho por amarte,

Amor libre, lucho con mi arte.

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