Una vida gris de engranaje:
Con sus tuercas y émbolos,
Pistones engrasados en negro…
¿Será otra torre de babel?
O quizá el lenguaje de los cielos,
Decirte que no veo nubes con formas
Que me inspiren sueños y animales.
Si el futuro nada entre sus circuitos
Sobre los ejes de unas manos de sangre.
Y unos ojos con corneas atrofiadas
Por ver sólo lo que ven los ojos
Y no la afilada vertiente del camino.
Nos tiemblan las manos, acéptalo,
Sino será un tic de ojos o insomnio.
Volverá la palabra sonante
Un grito del espectador
Que rompa todos los actos.
¿algo que objetar?
Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.
"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"
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