Me pierdo en este hilar
En este ovillo sin forma,
Sin patrón ni norma.
Los sastres profetan
De hacer trajes unos,
De harapientos otros,
De un sistema de locos.
Y esta lana, este hilo de
esta seda, preciado lino,
¿quién lo procesa?
Quién curte el algodón
Quién esquila la mañana,
Quien acaricia la tierra
Con su sudor y lágrimas…
Siempre habrá campesino
En su forma o contenido
Pues la vida es vida
Y siempre se ara,
Se ara el sino.
¿algo que objetar?
Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.
"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"
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