¿algo que objetar?

Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.

"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"

lunes, 19 de septiembre de 2011

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No pidáis que arraigue raíces

En tierra de asfalto y cemento,

Juro que lo intenté en vano:

Tallo mustia y flor no florece.

No cabrá nunca concepción

Ni del hombre ni de sus lamentos.

Y un llanto de quebranto,

Una sombra más oscura

Regocijada por el silencio

Acecha en abortos de palabras,

Y noto su peso en el pecho.

Ciencia perece cerca de mí,

Yo la vi sin techo,

Desmedrada y moribunda.

¿Qué harán los confiados,

Más bien los cobardes

Que le entregaron sus sueños?

No temáis,

la vida aún guarda secretos.

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