Hay que enfrentarse a uno mismo,
conocerte,
pararte los pies cuando sabes que van a tropezar.
Porque en última instancia estarás sólo contigo mismo,
como al dormir: viajas sólo,
un instante en el que nadie te puede acompañar
hay un momento en que debes mirarte ante el espejo,
un espejo dónde no es tu cara ni tu cuerpo, sino realmente tú:
lo que te has hecho por tus acciones y creencias, tus sentimientos, errores, vergüenzas,amores,esperanzas,motivaciones, iniciativas,decepciones,ilusiones,
tú, tú ser,
algunos se horrorizan por ver lo que son,
deformes e inhumanos, demacrados,
es por eso que lo llamamos conciencia,
ser consciente de lo que eres,
por eso muchos deciden girar la cabeza a otra parte,
ellos deciden no mirarse,
no decidir acerca de su vida
ellos deciden.
pero
sino te sientes
es
para bien y para mal.
Es triste ver
espejos con polvo
cuerpos casi desalmados
¿algo que objetar?
Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.
"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"
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