¿algo que objetar?

Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.

"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"

miércoles, 10 de noviembre de 2010

habrá que vivir el día del espectador

Me planteó si la gente vive parecido a mí, si se comen tanto el tarro, o si tienen unas vidas intensas de las que envidio, sólo, en mi imaginación. Antes sé que intentaba demostrar a las personas que vivir intensamente es como de libre eres capaz de ser con tus sentimientos, y buscaba siempre esos momentos efimeros, y veía en sus ojos que habían bajado la guardia ante el miedo y la inseguridad,ahora sé que me lo debo demostrar a mi mismo. Nadie marca pautas,cuando soy consciente de mi,y creó en esto,se me llenan la boca de palabras, y que bien saben la verdad.

En el momento de llevar a la práctica mis pensamientos, no soy capaz de seguir mi guion: se me olvida y balbuceo. Y como muchas veces me pasa, me bajo del escenario y ocupo las últimas butacas de mi ser, donde no veo apenas por las cabezas de los de alante, y el sonido de masticar palomitas y sorber refrescos me impiden admirar la obra en su totalidad, que ya no interpretarla.
Espero algún dia levantarme y decir que todo eso es mío, y que la obra la dicto yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario