La gota, que siempre comporta rarezas
se posa, se posa en ventanas y azulejos,
se estampa desde un cielo de lejos
en ella brilla el sol fuerte, y fruño las cejas,
es fria en invierno y comfortante en verano
es sudor otras, y saladas en mejillas de daños.
algunas veces dejan una estela, un eco mojado
se juntan para no estar quietas, y siguen por su páramo
al fin encuentran un lugar, donde nada es en vano
ya sea para evaporarse y ser nube, o mezclarse en un charco.
¿algo que objetar?
Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.
"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"
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