Me miré en la ventana, en el tren,
y me vi como soy y no como pretendo
y no me vi vil ni con miedo,
me vi tierno, confundido y algo lerdo.
Y me vi en los ojos de los otros
y no en mis miopes pensamientos...
toma declaración
¿algo que objetar?
Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.
"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"
miércoles, 3 de octubre de 2012
Para qué viajar al verde extranjero
si desconozco mi cuerpo,
como se erizan los pelos
y todo ese mapa de
escalofríos y hormigueos...
Y cómo se siente el suelo
y cómo se siente el sueño
cómo honda el silencio
o cómo calienta un destello...
cómo suena la respiración
cuando va pareja a morfeo...
para qué la tele, para qué
todo el desfile de engendros
de cascaras de frutos
ya muy muy añejos.
Pero sigamos hondando
en lo que respecta a mi cuerpo,
como siente tu calor, tu olor de lejos,
o cómo nota tu mirada en un reflejo.
Cómo,
por ser tu respiración tocando mi cuello,
él lo sabe y me hace aún mas viejo,
aún más sabio y más tierno.
si desconozco mi cuerpo,
como se erizan los pelos
y todo ese mapa de
escalofríos y hormigueos...
Y cómo se siente el suelo
y cómo se siente el sueño
cómo honda el silencio
o cómo calienta un destello...
cómo suena la respiración
cuando va pareja a morfeo...
para qué la tele, para qué
todo el desfile de engendros
de cascaras de frutos
ya muy muy añejos.
Pero sigamos hondando
en lo que respecta a mi cuerpo,
como siente tu calor, tu olor de lejos,
o cómo nota tu mirada en un reflejo.
Cómo,
por ser tu respiración tocando mi cuello,
él lo sabe y me hace aún mas viejo,
aún más sabio y más tierno.
domingo, 26 de agosto de 2012
sábado, 21 de julio de 2012
catedrales oscuras y abandonadas en las que no puedo estar
Acercó la oreja a las cuerdas de la guitarra como si pretendiera escuchar un secreto casi inaudible. Volvía a rasgar las cuerdas una a una mientras las tensaba y soltaba. Sandra, sentada a su lado, se desquiciaba por la lenta afinación, parecía que no acababa nunca. Pasaron dos minutos con un silencio sólo roto por notas al aire . Ella dio un resoplido:
- ¿por qué te esfuerzas tanto? Si luego se desafina en nada, con que más o menos tengas las notas es suficiente...además que tampoco tocas muy bien, te saltas partes y pisas mal los trastes¿por qué eres tan maniático con eso?. Yo ya no noto la diferencia cuando mueves un poco la clavija, me parece que suena igual-
Él levanto la cabeza de la guitarra, no le había sorprendido la exasperación de Sandra... sino el tiempo que había aguantado, pero pensaba que ella lo estaba disfrutando y no esperando a que terminara:
- Sí, es cierto que toco mal. Pero me gusta tocar. Y sí, la guitarra se va a desafinar, y quizá no merezca que le dedique tanto tiempo a afinarla. Es como todo, las cosas de usarse se malogran y tienes que volver a darles sentido... entonces, ¿sería mejor no tocar música? así no se desafinaría nunca... sería siempre perfecto, lleno de infinitas canciones perfectas, pero ninguna sonará-
-No digo que no merece la pena tocarla, pero creo que para lo que tú haces, no habría que prestarle tanta atención a eso... yo esperaría a que controles mejor la música para ser tan purista con la afinación-
-No me atrevería a tocar ninguna melodía sin haber sentido que para mi las notas están perfectas-
Ella lo miró. Hacia tiempo que no hablaban de la guitarra y las notas...sus ojos se habían encontrado, aunque llevaban mirándose años. Ella volvió a abrir la boca, y salió una voz tan temblorosa como las propias cuerdas:
-Quizá es que hay canciones que no puedes tocar, y pierdes el tiempo con tonterías. Quizá no te atrevas a escoger ninguna canción... porque siempre las abandonas, quizá deba irme ya-
La guitarra, que seguía soltando notas, paró en seco dotando al silencio de un peso que nunca habían sentido. A él le temblaba los labios como si mil palabras quisieran salir todas juntas y se hubieran agolpado en su paladar. Sandra se levantó y fue hacia la puerta de la habitación, en ese momento el sonido de sus pasos era el instrumento de percusión más triste que podía existir, apagándose a medida que ella se alejaba.
- ¿por qué te esfuerzas tanto? Si luego se desafina en nada, con que más o menos tengas las notas es suficiente...además que tampoco tocas muy bien, te saltas partes y pisas mal los trastes¿por qué eres tan maniático con eso?. Yo ya no noto la diferencia cuando mueves un poco la clavija, me parece que suena igual-
Él levanto la cabeza de la guitarra, no le había sorprendido la exasperación de Sandra... sino el tiempo que había aguantado, pero pensaba que ella lo estaba disfrutando y no esperando a que terminara:
- Sí, es cierto que toco mal. Pero me gusta tocar. Y sí, la guitarra se va a desafinar, y quizá no merezca que le dedique tanto tiempo a afinarla. Es como todo, las cosas de usarse se malogran y tienes que volver a darles sentido... entonces, ¿sería mejor no tocar música? así no se desafinaría nunca... sería siempre perfecto, lleno de infinitas canciones perfectas, pero ninguna sonará-
-No digo que no merece la pena tocarla, pero creo que para lo que tú haces, no habría que prestarle tanta atención a eso... yo esperaría a que controles mejor la música para ser tan purista con la afinación-
-No me atrevería a tocar ninguna melodía sin haber sentido que para mi las notas están perfectas-
Ella lo miró. Hacia tiempo que no hablaban de la guitarra y las notas...sus ojos se habían encontrado, aunque llevaban mirándose años. Ella volvió a abrir la boca, y salió una voz tan temblorosa como las propias cuerdas:
-Quizá es que hay canciones que no puedes tocar, y pierdes el tiempo con tonterías. Quizá no te atrevas a escoger ninguna canción... porque siempre las abandonas, quizá deba irme ya-
La guitarra, que seguía soltando notas, paró en seco dotando al silencio de un peso que nunca habían sentido. A él le temblaba los labios como si mil palabras quisieran salir todas juntas y se hubieran agolpado en su paladar. Sandra se levantó y fue hacia la puerta de la habitación, en ese momento el sonido de sus pasos era el instrumento de percusión más triste que podía existir, apagándose a medida que ella se alejaba.
domingo, 8 de abril de 2012
.
Sabes, eres como un estanco
de agua verde, de verdes ojos,
llena de vida, pero oculta...
yo lo sé, vi tu agua
porque una vez, en mis manos,
es cristalina y potable,
demasiado ha llovido en tí,
demasiados inviernos
y demasiadas primaveras,
tu fondo, es casi fango
y si entro, se cuela
entre mis pesados dedos...
Sabes, yo soy como el viento
caótico
con un zumbido de ecos
de un pueblo lejano
lleno de gente y besos,
solo puedo rozarte
si eso, y es poco,
rozarte, tu superficie
tu piel y tus años,
pero estoy disperso
en el cielo y los prados,
y muero,
muero si me paro.
Ojalá evapores
y nos habitemos
el uno al otro
como una nube.
domingo, 1 de abril de 2012
.
He encontrado algo,
que está al otro lado
del muro más alto,
no te voy a decir
lo que es,
pero lo guardo
en un saco
que es mi ser.
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