¿algo que objetar?

Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.

"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"

sábado, 21 de julio de 2012

catedrales oscuras y abandonadas en las que no puedo estar

Acercó la oreja a las cuerdas de la guitarra como si pretendiera escuchar un secreto casi inaudible. Volvía a rasgar las cuerdas una a una mientras las tensaba y soltaba. Sandra, sentada a su lado, se desquiciaba por la lenta afinación, parecía que no acababa nunca. Pasaron dos minutos con un silencio sólo roto por notas al aire . Ella dio un resoplido:
- ¿por qué te esfuerzas tanto? Si luego se desafina en nada, con que más o menos tengas las notas es suficiente...además que tampoco tocas muy bien, te saltas partes y pisas mal los trastes¿por qué eres tan maniático con eso?. Yo ya no noto la diferencia cuando mueves un poco la clavija, me parece que suena igual-
Él levanto la cabeza de la guitarra, no le había sorprendido la exasperación de Sandra... sino  el tiempo que había aguantado, pero pensaba que ella lo estaba disfrutando y no esperando a que terminara:
- Sí, es cierto que toco mal. Pero  me gusta tocar. Y sí, la guitarra se va a desafinar, y quizá no merezca que le dedique tanto tiempo a afinarla. Es como todo, las cosas de usarse se malogran y tienes que volver a darles sentido... entonces, ¿sería mejor no tocar música? así no se desafinaría nunca... sería siempre perfecto, lleno de infinitas canciones perfectas, pero ninguna sonará-
-No digo que no merece la pena tocarla, pero creo que para lo que tú haces, no habría que prestarle tanta atención a eso... yo esperaría a que controles mejor la música para ser tan purista con la afinación-
-No me atrevería a tocar ninguna melodía sin haber sentido que para mi las notas están perfectas-
Ella lo miró. Hacia tiempo que no hablaban de la guitarra y las notas...sus ojos se habían encontrado, aunque llevaban mirándose años. Ella volvió a abrir la boca, y salió una voz tan temblorosa como  las propias cuerdas:
-Quizá es que hay canciones que no puedes tocar, y pierdes el tiempo con tonterías. Quizá no te atrevas a escoger ninguna canción... porque siempre las abandonas, quizá deba irme ya-
La guitarra, que seguía soltando notas, paró en seco dotando al silencio de un peso que nunca habían sentido. A él le temblaba los labios como si mil palabras quisieran salir todas juntas y se hubieran agolpado en su paladar. Sandra se levantó y  fue hacia la puerta de la habitación, en ese momento el sonido de sus pasos era  el instrumento de percusión más triste que podía existir, apagándose a medida que ella se alejaba.



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