¿algo que objetar?

Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.

"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"

domingo, 14 de octubre de 2012

Me miré en la ventana, en el tren,
y me vi como soy y no como pretendo
y no me vi vil ni con miedo,
me vi tierno, confundido y algo lerdo.
Y me vi en los ojos de los otros
y no  en mis miopes pensamientos...


Más me mueve una alegría que 10 horas de sueño

miércoles, 3 de octubre de 2012

Para qué viajar al verde extranjero
si desconozco mi cuerpo,
como se erizan los pelos
y todo ese mapa de
escalofríos y hormigueos...

Y cómo se siente el suelo
y cómo se siente el sueño
cómo honda el silencio
o cómo calienta un destello...
cómo suena la respiración
cuando va pareja a morfeo...
para qué la tele, para qué
todo el desfile de engendros
de cascaras de frutos
ya muy muy añejos.

Pero sigamos hondando
en lo que respecta a mi  cuerpo,
como siente tu calor, tu olor de  lejos,
o cómo nota tu mirada en un reflejo.
Cómo,
por ser tu respiración tocando mi cuello,
él lo sabe y me hace aún mas viejo,
aún más sabio y más tierno.