¿algo que objetar?

Eso me preguntó, me miró de frente con la libreta en la mano. A mi me temblaba la voz y sentía que no podia abrir la boca. Repitió otra vez la pregunta y mi respuesta fue la misma, un bloqueo total. Cerró su agenda y se alejó de aquella horrible lámpara de interrogatorio con unos pasos pesados y secos. Se me acercó hasta que me obligó a poner los ojos vizcos y formuló otra vez "¿algo que objetar?" con un tono grave y embotado. Aprete la mandíbula, estaba dispuesto a decírselo, mi corazón se percató de lo que iba a hacer y empezó a latir tan fuerte que movia levemente mi camiseta y martilleaba mis oidos.

"Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esa cualidad"

martes, 10 de enero de 2012

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Otra noche mirando al techo,
con una oscuridad trágica
con un peso en el pecho...
el baso de lo que soy, vacío,
ni las babas en su fondo
ni gotas que hagan poso...
se evaporó o se bebió
se derramó por amor
o por dios.

Qué raro que ahora que
toco fondo de fango
se que el barro siempre
siempre me acogió:
barro de mis lagrimas
barro de sudor
barro de excrementos
y esputos de corazón.
Barro de mi cuerpo
de mi vida y pasión.

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